viernes, 16 de septiembre de 2011

Reinaldo Arenas

Autoepitafio

Mal poeta enamorado de la luna,
No tuvo más fortuna que el espanto;
Y fue suficiente pues como no era un santo
Sabía que la vida es riesgo o abstinencia,
Que toda gran ambición es gran demencia
Y que el más sórdido horror tiene su encanto.
Vivió para vivir que es ver la muerte
Como algo cotidiano a la que apostamos
Un cuerpo espléndido o toda nuestra suerte.
Supo que lo mejor es aquello que dejamos
—precisamente porque nos marchamos—.
Todo lo cotidiano resulta aborrecible,
Sólo hay un lugar para vivir, el imposible.
Conoció la prisión, el ostracismo,
El exilio, las múltiples ofensas
Típicas de la vileza humana;
Pero siempre lo escoltó cierto estoicismo
Que le ayudó a caminar por cuerdas tensas
O a disfrutar del esplendor de la mañana.
Y cuando ya se bamboleaba surgía una ventana
Por la cual se lanzaba al infinito.
No quiso ceremonia, discurso, duelo o grito,
Ni un túmulo de arena donde reposase el esqueleto
(ni después de muerto quiso vivir quieto).
Ordenó que sus cenizas fuesen lanzadas al mar
Donde habrán de fluir constantemente.
No ha perdido la costumbre de soñar:
Espera que en sus aguas se zambulla algún adolescente.

lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Y quién no goza entre amapolas?

Alejandra Pizarnik

Exilio


A Raúl Gustavo Aguirre

Esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.

¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?

Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Cuanto más me defino, menos límites tengo.

Anarquismo
Fernando Pessoa

La noche y el caos forman parte de mi.
Me remonto al silencio de las estrellas.
Soy el efecto de una causa del tiempo,
del Universo [quizás lo excedo].
Para encontrarme, debo buscarme entre las flores,
los pájaros, los campos y las ciudades,
en los actos, las palabras y los pensamientos de los hombres,
en la noche del sol y las ruinas olvidadas de mundos hoy desaparecidos.
Cuanto más crezco, menos soy.
Cuando más me encuentro, más me pierdo.
Cuanto más me pruebo, más veo que soy flor
y pájaro y estrella y universo.
Cuanto más me defino, menos límites tengo.
Lo desbordo todo.
En el fondo soy lo mismo que Dios.
Mi presencia actual contiene las edades anteriores a la vida,
los tiempos más viejos que la tierra,
los huecos del espacio antes de que el mundo fuera.