viernes, 28 de mayo de 2010

Beckett


Cascando
1.
por qué no simplemente no esperar
a ser ocasión de
un vertedero de palabras

¿no es mejor abortar que ser estéril?

después de tu partida las horas son tan tristes
siempre empiezan a rastras demasiado pronto
los garfios desgarrando con ceguedad el lecho de miseria
rescatando los huesos los amores antiguos
cuencas una vez llenas con ojos como tuyos
¿es mejor siempre demasiado pronto que jamás?
negra necesidad salpicando los rostros
diciendo una vez más nunca flotó lo amado nueve días
ni nueve meses
ni nueve vidas

2.
diciendo una vez más
si no me enseñas tú no aprenderé
diciendo una vez más existe un último
atardecer de últimas veces
últimas veces de mendigar
últimas veces de amar
de saber no saber simular
un último atardecer de últimas veces de decir
sino me amas nunca seré amado
si no te amo ya no amaré nunca

un batir de palabras gastadas una vez más en el corazón
amor amor amor golpe de un émbolo antiquísimo
moliendo el suero inalterable
de las palabras

una vez más aterrado
de no amar
de amar pero no a ti
de ser amado y no por ti
de saber no saber simular
simular

yo y todos los otros que te amen
si te aman

3.
a menos que te amen

viernes, 21 de mayo de 2010

e. e. cummings

Conocí a este poeta por una película bastante mala donde recitan uno de sus poemas. El poema (llevo tu corazón conmigo), me llamó mucho la atención y decidí investigar.

Edward Estlin Cummings, mejor conocido como e. e. cummings (así sin mayúsculas), nació en Cambridge, Massachusetts en 1884. Cuando tenía 20 años se enroló en el ejército aliado durante la Primera Guerra Mundial, fue voluntario conduciendo ambulancias en Francia, donde pronto fue acusado de traición (falsa) y recluido durante tres años en un campo de concentración. De esta experiencia sale La habitación enorme, su única novela publicada en 1922. Era pintor, ensayista, poeta y dramaturgo. Su poesía, es bastante particular, hay quienes dicen que trasgrede las normas ortográficas y de puntuación. Yo diría que en realidad se trata de los usos, muy creativos, que hace de la ortografía, y la puntuación para dar sentido a sus poemas.

Personalmente, me encanta. Actualmente leo la novela La habitación enorme, pero no me sorprende tanto como su poesía. Les dejo entonces este poema 11:435 publicado en 1950 en su libro Xaipe.

11:435

tantos yo (tantos dioses y demonios cada uno
más voraz que todos) es un hombre
(tan fácilmente uno en el otro se esconde;
mas siendo todos se libra el hombre de ser ninguno)

tan tumultuoso es el más simple deseo:
tan despiadada masacre la más inocente
esperanza (tan hondo el espíritu de la carne
y tan despierto lo que el despertar llama dormido)

así nunca está solo el más solitario de los hombres
(su aliento más breve vive el año de algún planeta,
su vida más larga es un latido de algún sol;
su menor inmovilidad recorre la estrella más joven)

-cómo pretendería un loco que así mismo se
llama "yo"
abarcar el innumerable quien?



domingo, 9 de mayo de 2010

Gacela de la huida

Gracias a mi hermana menor conocí la obra Divan del Tamarit de García Lorca. Fue escrito entre 1931 y 1935, finalmente fue publicado en 1936. Diván es una palabra persa que primero designó la habitación donde los escribas hacían el inventario y más tarde se refería al libro donde se escribía. En árabe llegó a significar un conjunto determinado de una clase de poesías. Y Tamarit era el nombre de una propiedad de la familia García Lorca en Granada.

Este poemario está dividido en dos partes, la primera incluye doce gacelas, que son composiciones breves dedicadas al amor, aunque en este caso las hay dedicadas a la muerte; y la segunda compuesta de 9 casidas, las casidas son composiciones mucho más largas de temas variados y que generalmente empiezan con una introducción.

El poema que traigo hoy es una de las gacelas, no podría decir que la más bella, pero por lo menos una de las que más me gustó. Pero me queda una pregunta ¿de qué quiere huir el poeta? ¿será acaso del amor?...


X
Gacela de la huida


Me he perdido muchas veces por el mar
con el oído lleno de flores recién cortadas.
Con la lengua llena de amor y de agonía
muchas veces me he perdido por el mar,
como me pierdo en el corazón de algunos niños.

No hay nadie que al dar un beso
no sienta la sonrisa de la gente sin rostro,
ni nadie que al tocar un recién nacido
olvide las inmóviles calaveras de caballo.

Porque las rosas buscan en la frente
un duro paisaje de hueso
y las manos del hombre no tienen más sentido
que imitar a las raíces bajo tierra.

Como me pierdo en el corazón de algunos niños,
me he perdido muchas veces por el mar.
Ignorante del agua, voy buscando
una muerte de luz que me consuma.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Creció la hierba en los caminos.

Aurelio Arturo, es uno de mis amores literarios... Entenderlo es fácil para mí. Yo he visto los paisajes que describe, he sentido la nostalgía de la que habla, he oido a las gentes de sus poemas. Nací en el país del viento, donde el sol viene de visita a las aldeas, donde el verde es de todos los colores, donde el silencio es un maduro gajo de fragantes nostalgias...

Aurelio Arturo nació el 22 de febrero de 1906 en La Unión, Nariño, vivió allí su infancia, y parte de su adolescencia, luego se fue a estudiar derecho a Bogotá. Fue conocido por poemas publicados de manera esporádica en periodicos y revistas. Un amigo dice que Arturo es un poeta de génesis, de creaciones: palabra a palabra, verso a verso, el mundo aparece nuevo ante los ojos lectores. Es un poeta extraño, su obra más conocida y de hecho su único poemario es Morada al sur. El resto son poemas sueltos, que fueron publicados en revistas y periodicos. El que les traigo es uno de los últimos, me recuerda a amigos que están lejos, compañeros de viaje, y a algunos que quieren ser hierba.

Bordoneo

Creció la hierba en los caminos.
Y un vagabundo vio los tiernos
campos lamerle los zapatos.
Y vio que el cielo era un gran viento
azul, corriendo sobre las hierbas.

Uniendo aldeas con canciones
bien puede un hombre juntar estrellas
bajo los párpados de la noche.
Y oír, tendido en la hierba
que le es suave aliento, difusa
la melodía de las sendas.

Un vagabundo vio los días
danzar, y las mariposas.
¡Un vagabundo por las aldeas!
Aldea y paloma y flor dichosa
y una mujer en la sombra, trémula.

Y si durmió en el campo razo
lo acompañó el cielo nocturno
como el rostro dulce y borroso
de una mujer que se inclinara.
Dormir en un valle del mundo.

Una aldea linda se llama Rosa,
otra muy suave Virginia
en el canto de un vagabundo,
de un hombre que dice canciones
entre los hombres y los caballos
de un hombre que canta en las ferias
entre los gritos y los fustazos.

Y puede haber muchas cuidades
en la huella de un vagabundo,
en la huella de sus tacones.
Hay en los charcos luz de estrellas.

Los cielos libres fueron suyos
en la voz dulce, en la voz cauta,
como trémulos pajarillos
que bajan cantando a la rama.

Él ha cantado, él ha cantado.
Él ha sabido de cuáles
celestes guitarras la lluvia
va cayendo sobre los prados.

***

Creció la hierba en los caminos.
Y un vagabundo vio las albas
salir del vaho de los juncos.
Y oyó la espuma de sus ríos.
Todo rumor que lleva polen
de melodía. En el difuso
lenguaje lento de las lluvias,
-que empieza con un pausado fraseo-,
oyó la voz de las florestas,
de los lindos claros del bosque
donde se tiende el sol como un perro;
el respirar de las hierbas húmedas
que se levantan lentamente
bajo la carpa de la noche.

***

Bien puede un hombre decir canciones
llenas de sombra si tiene estrellas
para sus sueños y ambiciones.
Puede cantar si tiene estrellas
y palomas y aldeas y mujeres
que hablen la brisa de sus noches
que ahonden sus noches de seda.

Bien puede hacer que de su aliento
broten formas y voces y aromas,
y desnudas en sollozos
carnes ardientes en la sombra.

***

Cantó la brisa en los caminos.
Y un vagabundo vio los verdes
campos triscar tras de sus huellas.
Y vio que el cielo era un gran viento
azul, corriendo sobre las hierbas.